Europa es un rapto. Europa es una forma de asumir el poder y la proyección hacia fuera. Europa no es (solo) un continente. Europa no es (solo) danza. Europa no es una alegoría política. Europa es extranjera. Europa se siente trasplantada en este huerto. Europa es algo que se repite una y otra vez hasta que se revela, un invernadero de símbolos. Europa no es una certeza. Europa es el punto en el que varios relatos convergen y se separan, o una pregunta sobre lo que nos une y nos separa, o nada de eso. Europa es un poema escénico a partir de una pérdida tan honda que solo puede rondarse. Europa es un paradigma de luz; por tanto, también es un paradigma de sombra.
El rapto de Europa a través de la danza.
El nuevo espectáculo de Sharon Fridman y Luis Luque recrea el mito en una versión libre y conceptual exquisita y sofisticada, de belleza algo fría y distante
Una escena de la obra ‘Europa’, en el Teatro Español.
Para hablar de Europa, obra del coreógrafo Sharon Fridman y el director de escena Luis Luque, en cartel hasta el 4 de junio en las Naves del Español del Matadero de Madrid, no queda más remedio que empezar haciéndolo por las luces. Por el diseño preciosista y apabullante que incluye la incorporación de láseres, ideado por Felipe Ramos y el propio coreógrafo. Tal es su papel, absolutamente determinante. Y esto no es ni bueno ni malo en un espectáculo de danza, ni mejor ni peor. Solo la constatación de un hecho del todo concluyente: que la luminotecnia en Europa no solo juega en un primer plano desde el inicio, sino que marca todo lo que acontece en escena. Dibuja la escenografía y la dramaturgia, es decir, crea espacios determinados para contar cosas y, al mismo tiempo, configura elementos narrativos que las cuentan. Sin duda, son artífices de uno de los mayores aciertos del montaje: la sugerente atmósfera, que tiene ecos de origen y apocalipsis al mismo tiempo; de mito ancestral y película de ciencia ficción. Láseres y luces sirven para situar de manera espacial y temporal la acción, y son también la acción misma.
¿Y la danza, lo coreográfico y su interpretación? Pues no deambula ajena a todo lo descrito, sino que lo hace en consonancia con ese territorio contemplativo por el que transcurre Europa. Está encarnada en seis intérpretes entre quienes destaca Melania Olcina, bailarina brillante y poderosa de la escena actual y, desde hace años, también coreógrafa que colabora habitualmente con Fridman. Se centra en la verticalidad de los cuerpos y en lo colectivo, excepto momentos en los que destaca algún solo o dúo. Es pausada, en ocasiones demasiado, aunque a un ritmo que no llega a pesar, gracias a las estampas que dibuja junto a la iluminación. Y en los 50 minutos que dura la obra, la repetición de frases es fórmula recurrente. Su mejor baza cristaliza en presentarse de
manera complementaria, acompañando se podría decir, integrada en armonía con la estética global de la obra, también armada por la música original de Luis Miguel Cobo y el espacio escénico de Mónica Boromello (mención especial a la plataforma deslizante y las imágenes que deja).
Todo ello confiere a este espectáculo, que recrea el mito del rapto de Europa en una versión libre y conceptual, también muy clara, un halo de instalación artística que recuerda en no pocas ocasiones a esos cuadros en movimiento del genial Bill Viola. Una obra exquisita y sofisticada, de belleza algo fría y distante.
Mercedes L. Caballero 26 may 2023
CREACION:
Sharon Fridman y Luis Luque
CON :
Anna Benedicte, Joan Ferré, Cristian González, Julia Kayser, Melania Olcina and Beatriz de Paz
COMPOSICIÓN:
Luis Miguel Cobo
DISEÑO DE ESPACIO ESCENICO:
Monica Boromello
DISEÑO DE ILUMINACIÓN:
Felipe Ramos y Sharon Fridman
DISEÑO DE VESTUARIO:
Raúl Marina
REPETIDORA:
Begoña Quiñones
AYUDANTE DE DIRECCIÓN:
Sergio Martínez Vila
RESIDENTES DE AYUDANTÍA DE DIRECCIÓN:
Mariana Kmaid Levy y Cristina Simón Alcaine