Cada uno tiene ante sí múltiples caminos pero sólo uno de ellos le conducirá a sí mismo. Quizás la libertad consista en poder percibir siempre todos ellos y seguir tan sólo aquél que se es llamado a recorrer.

El camino que aquí atravesamos discurre por cinco paisajes emocionales: la pérdida, la búsqueda, el sueño, el enamoramiento y la construcción. Más allá de la peregrinación esperan el cielo, la estrella, el cosmos… el sentido de estar suspendidos en ese vacío innombrable.

Pájaro negro, paloma blanca, no es el miedo quien habita el viento, no os alejéis de vuestro nido y volved a la fuente en la que saciaros.

Sharon Fridman cumple con este proyecto diez años de trabajo en España sintiendo que finaliza un ciclo. No es casual que en All Ways se plantee una composición circular, en constante movimiento, como punto de partida. Viene a ser un reflejo de la trayectoria de su compañía en la que se ha ido consolidando un lenguaje, una búsqueda y una metodología. All Ways explora la utopía de la armonía permanente. Un estado al que llegar tras haber resuelto las vicisitudes personales y haber encontrado el lugar personal que corresponde en la tierra. El Camino constituye unos de los arquetipos más ancestrales de la psique humana. En este sentido, vemos a los intérpretes como caminantes que jamás caminan solos, trazando múltiples caminos que coexisten y se entrelazan en pos de la armonía.